El proceso de envejecimiento se ve acelerado por la acción de agentes externos nocivos, como los radicales libres, que provocan la oxidación de algunas proteínas y lípidos esenciales de la piel y son causantes de un funcionamiento irregular y de una regeneración cutánea más lenta. Ello provoca la aparición de signos visibles asociados al paso del tiempo, como sequedad, arrugas incipientes, pérdida de elasticidad, manchas y tono de piel apagado.