Conocido como el órgano más extenso, la piel está formada por células epiteliales, melatonicíticas, folículos, glándulas… cada uno de estos elementos esenciales que desempeñan una tarea específica para su correcto funcionamiento. Aunque biológicamente se trata de una “obra” prácticamente perfecta, la piel es extremadamente vulnerable al medio que nos rodea. Los agentes externos, como la contaminación ambiental, cambios bruscos de temperatura y, sobre todo, el humo del tabaco, se revelan como principales adversarios de su belleza y bienestar.