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RELACIÓN INTESTINO-CEREBRO Y EL PAPEL DE LA MICROBIOTA
Por Nueva Estética
El eje intestino-cerebro es fundamental para una buena salud. Es más, todo lo que sucede en el intestino y en su microbiota influye en el funcionamiento cerebral y en nuestras emociones, del mismo modo que lo que sucede en el cerebro influye en la microbiota y la salud intestinal. DRA. SARI ARPONEN. Médico especialista en Medicina Interna.
Qué es la microbiota y cómo nos condiciona
La microbiota es el conjunto de microorganismos que tenemos en nuestro cuerpo, fundamentalmente en la boca, el estómago, el aparato respiratorio, el intestino, la piel y el tracto genitourinario. Son miles de millones de bacterias, virus, hongos, arqueas y protozoos que llevan a cabo funciones que necesitamos para estar sanos. Por ejemplo, una microbiota equilibrada – un estado que se llama eubiosis – nos defiende de microorganismos "malos" que nos podrían provocar una infección. Además, modula nuestro sistema inmunitario para que esté en un estado antiinflamatorio y que no tengamos enfermedades alérgicas, autoinmunes, metabólicas o neuropsiquiátricas. También, esa microbiota fabrica sustancias como vitaminas, y otras que regulan el funcionamiento del resto del cuerpo.
La microbiota intestinal se comunica con el cerebro de múltiples maneras. Por ejemplo, regula la función del nervio vago, que es como una autopista de dos direcciones por la que viajan señales del intestino al cerebro y viceversa. Por otro lado, si hay inflamación a nivel intestinal por una alimentación inadecuada o un desequilibrio de la microbiota, esa inflamación se transmite al cerebro en forma de neuroinflamación, pudiendo provocar alguno de esos síntomas o enfermedades que comentábamos antes. Es más, la microbiota intestinal fabrica sustancias que regulan la producción de neurotransmisores en el cerebro.
Por lo tanto, todo lo que sucede en el intestino y en su microbiota influye en el funcionamiento cerebral y en nuestras emociones, y lo que sucede en el cerebro influye en la microbiota y la salud intestinal. Hoy en día ya sabemos que una persona con un problema de ansiedad o depresión tendrá una alteración o desequilibrio de su microbiota intestinal; esta situación se llama disbiosis. También en las migrañas, el dolor crónico, la fibromialgia, el insomnio, el estrés crónico, las demencias o la esclerosis múltiples, sabemos que hay una disbiosis presente, a menudo junto a una alteración de la permeabilidad intestinal.
Todo lo que hacemos influye al estado de nuestra microbiota. La salud de nuestra madre, el tipo de parto por el que nacemos y si hemos recibido lactancia materna o artificial determina nuestra microbiota. Cuando ya somos adultas no podemos influir sobre lo que pasó en el pasado, pero sí podemos cuidar nuestro estilo de vida para tener una microbiota óptima hoy. Sin duda, la alimentación es uno de los factores principales de los que depende nuestra microbiota intestinal. Es importante no solo lo que se come, sino también saber qué es lo que daña a la microbiota y qué debemos evitar. Lo ideal es realizar una alimentación prebiótica y antiinflamatoria.
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