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MICROBIOTA, LA PIEL ES UN ORGANISMO VIVO
Por Nueva Estética
¿Sabías que cada centímetro cuadrado de nuestra piel contiene casi un millón de bacterias? Pues así es. y no solo eso, muchas de ellas son auténticas heroínas de belleza por el gran potencial de beneficios que desempeñan sobre ella. Estas bacterias constituyen una gran arma defensiva contra las agresiones externas. de ahí que los cosmetólogos se hayan fijado en la gran labor que desempeñan estos pequeños pero importantes microorganismos. Conscientes de su valía, han elaborado formulaciones cosméticas inteligentes formuladas con activos prebióticos y probióticos. Estos productos dejan sobre el estrato córneo un velo de bacterias “amigas” que se multiplican y colonizan la superficie en detrimento de la flora patógena y cualquier tipo de irritación. Además, permiten reforzar la barrera hidrolipídica y asegurar el correcto equilibrio de la piel.
La “cuarta capa” de la piel
Con una superficie aproximada entre 1.8 y 2 m2, la piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo. Una de las características más sorprendentes es su estructura, que confiere al cuerpo una formidable barrera física gracias a las funciones de protección y comunicación con el medio exterior. Pero la piel es mucho más que eso. Es un completo ecosistema en equilibrio donde conviven una diversidad heterogénea de microorganismos (bacterias, virus y hongos) localizados sobre y entre las capas más superficiales de la piel. El término usado para describir este conjunto de microorganismos es la microbiota. DAVID VILASPASA TORRES. R&D Skin Care Manager de Montibello.
Conozcamos un poquito más de cerca las características de esta denominada “cuarta capa de la piel”. Se calcula que en nuestra piel habitan más de 100.000 billones de microorganismos y su ratio con respecto a las células humanas es de 10 a 1. Es más, coexisten más de 100 especies distintas de microorganismos que llevan a cabo roles distintos y que están en constante comunicación con nuestra piel. Se ha demostrado que la microbiota está relacionada con nuestra respuesta inmune e incluso con nuestro comportamiento. La colonización de la piel por parte de microorganismos comienza en el momento del nacimiento, esta flora inicial es de baja diversidad y proviene de la madre. El proceso de colonización continua durante el periodo de lactancia, siendo fundamental para el desarrollo del sistema inmune. En paralelo los microorganismos ambientales colonizan áreas específicas de la piel y cuero cabelludo, lo que se traduce en la edad adulta en una relación casi simbiótica entre células dérmicas y microbiota. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la microbiota es propia de cada individuo y que su composición varía de unas personas a otras. De hecho, la microbiota de una misma persona cambia en función de la zona del cuerpo.
No encontramos los mismos microorganismos en las palmas de las manos o en el cuero cabelludo. Por ejemplo, el género de bacterias Staphylococcus es la predominante en glándulas sebáceas (cuero cabelludo y cara), mientras que el género Propionibacterium sólo se encuentra en áreas sebáceas y el género Corynebacterium sólo se encuentra en áreas corporales húmedas como axilas o la parte interna del codo.
Según estudios recientes, la microbiota conforma la protección natural de la piel y del cuerpo. Y los investigadores han confirmado que el equilibrio y el buen funcionamiento cutáneo dependen, en gran medida, del equilibrio entre las diferentes especies de microorganismos que coexisten en la piel.
La microbiota de la piel en personas adultas se divide principalmente en dos grupos:
• Residente: La que coloniza permanentemente la piel.
• Transitoria: Son microorganismos turistas, que permanecen en la piel durante horas o días para luego desaparecer.
Aplicando estos descubrimientos a la salud de la piel, hoy sabemos que problemas dérmicos como la dermatitis atópica, la psoriasis o las heridas crónicas van ligados a la pérdida de la biodiversidad en la piel, como es el incremento de una especie bacteriana en detrimento de las demás produciendo desequilibrio o disbiosis en la microbiota. Identificar estos desequilibrios y saberlos tratar puede ser una nueva clave para paliar estas enfermedades.
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