Con más de 5.000 años de historia, el masaje kerala se fundamenta en los principios de la ayurveda, cuya procedencia se remonta a la era védica. Esta disciplina nacida en India es más que una terapia de bienestar, pues está considerada por los expertos un sistema curativo excepcional y más antiguos del mundo, alcanzando el apelativo de “la madre de todas las curaciones”. El precepto básico de la ayurveda es la búsqueda de la armonía holística de la persona, alcanzando el perfecto equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu. Para ello, el especialista puede conjugar la acción de diferentes terapias que van desde la medicina herbal hasta técnicas yoghis… Un concepto básico en la medicina ayurvédica es la teoría tridosha. Los doshas hacen referencia a la sabiduría relativa a las características de los organismos. La ayurveda identifica tres doshas sobre los cuales se debe actuar: Vatta, pitta y kapha. Y precisamente, el masaje kerala se centra en la búsqueda de este objetivo y además aporta a la piel un sinfín de beneficios, aportándole un plus de hidratación, juventud, reparación y confort. Las maniobras realizadas con las pindas sujetadas por unos palitos de madera producen la reactivación de los puntos energéticos induce a una profunda oxigenación de la piel con un efecto desintoxicante y estimulante. Los músculos del rostro y del cuello se descontracturan y la piel recobra su luminosidad y firmeza.
Así se hace…
El primer paso es realizar una limpieza en profundidad, utilizando una leche a base de agentes hidratantes y regenerantes, como oligopéptidos celulares, rhizobium, seda hidrolizada o hialurónico de sodio. Para purificar la piel, emplear una loción con activos purificantes, sebo-reguladores y calmantes, entre los que destacan las vitaminas PP, madera de Panamá y extractos de bardana, árnica, rábano blanco y guindilla roja.Preparar las pindas con diferentes especias, entre las que se incluyen el sándalo y el cálamo. Realizar una mezcla homogénea y envolver con tela de algodón y sujetar los potales en unos palitos de madera. Calentar un poco de aceite de almendra o aceite de soja tibio y ponerlo en un cuenco para humedecer las pindas a medida que se lleva a cabo el masaje. Con ellos se realizan roces suaves y maniobras ligeras de digitopresión y presión, repitiendo cada movimiento 3 veces en cada lado del rostro. Mientras que un palito con el potal se mantiene inmóvil sobre un punto, con el otro se lleva a cabo la maniobra sobre el punto correspondiente,
El profesional realiza con las mismas movimientos por rostro, cuello, escote y hombre, siempre desde el centro hacia el exterior, siempre de manera simétrica. Primero trabajar mentón mandíbula, laterales rostro, nariz, labios, zona periorbicular de los ojos, frente, sienes. Después, deslizar los potales desde la línea de nacimiento del pelo hacia las orejas y bajar hacia los laterales del cuello, los trapecios y los hombros. Terminar con una descarga, utilizar una toalla sobre los brazos. Y como punto final, con una toallita mojada y bien escurrida, realizar un bombeo rápido y suave. Aplicar un tónico y una crema formulada con soja.