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CRONONUTRICIÓN PARA RECUPERAR EL PESO TRAS LAS VACACIONES

Por Nueva Estética

Tras los excesos del verano, para muchos, volver a la rutina supone también la voluntad de eliminar los dos o tres kilos ganados en el chiringuito, a fuerza de copas y caprichos a deshora. Sintonizar las principales ingestas con nuestros biorritmos puede ayudar a deshacerse de ellos, según las últimas investigaciones de la crononutrición. La mejor recomendación es comer antes de las 15h y cenar antes de las 21h. 

 


¿Desmadre horario?
 
Según los últimos investigadores de esta disciplina científica que estudia los procesos biológicos en el contexto de ritmos cíclicos, cada 24 horas, existe una estrecha relación entre el funcionamiento del sistema circadiano, la alimentación y la regulación metabólica. No sólo importa el “qué” y el “cómo” se come, sino el “cuándo” se realiza cada ingesta, ya que el momento determina el curso metabólico de digestión, absorción de nutrientes y producción o almacenamiento de energía. El Dr. Tallaj va aún más allá cuando se refiere al desmadre horario de las vacaciones, ya que “la falta de orquestación entre los hábitos alimenticios y la dimensión temporal tiene consecuencias directas en el circuito neuroendocrino, la fisiología intestinal y la microbiota residente”.
 
Un reloj en el hipotálamo
 
Los procesos biológicos varían radicalmente del día a la noche. Todo depende de un reloj interno situado en el hipotálamo, que regula funciones como la producción de enzimas y hormonas, así como la ingesta de alimentos, cuyos efectos son diferentes según la hora de las comidas y la tendencia a la obesidad, desde que el profesor Fred Turek de la Northwestern University (USA) apuntara la posibilidad. “Hoy es un hecho comprobado, asegura el Dr. Tallaj, que la pérdida de peso no sólo está determinada por los valores nutricionales de la comida, sino por los horarios en los que se ingiere”. 
 
Relojes en el tejido adiposo
 
Según el Dr. Tallaj, “la alimentación es junto con la luz y ejercicio, uno de los sincronizadores más importantes de nuestros relojes internos, entre los que se halla uno singular, propio del tejido adiposo, capaz de activar o desactivar genes implicados en la pérdida o ganancia de peso”. Este gen-reloj, que se expresa en función de los horarios, se pone en hora cuando comemos, al mismo tiempo que otros relojes vinculados a la digestión como los del páncreas, hígado, intestino y estómago. La cronodisrupción que se produce con los cambios a deshora provocan un desfase entre estos relojes periféricos y el central en el hipotálamo, circunstancia que respondería la pregunta del millón ¿ Por qué comer tarde dificulta la pérdida de peso?
 
Desayunar como un rico 
 
¡Y cenar como un pobre! La puesta de sol no sólo estimula la secreción de melatonina, hormona responsable del sueño, los cambios enzimáticos que se producen al anochecer dificultan la asimilación de nutrientes como los carbohidratos, que deberían consumirse antes, para metabolizarlos correctamente y evitar el sobrepeso. La insulina, que libera el páncreas después de comer para metabolizar la glucosa y regular sus niveles en sangre, también se ve afectada por los horarios. Mientras que a las 12 del mediodía el tejido adiposo registra una sensibilidad máxima a esta hormona, a las 12 de la noche tiene una 50% menos de tolerancia, lo que implica mayor riesgo de calorías. Las cenas tardías tienen, además, un problema añadido, que es la guerra entre la melatonina y la insulina, tan mal avenidas y que empeoran la curva de la glucosa.
 

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