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COSMÉTICA NATURAL Y COSMÉTICA ORGÁNICA, ACLARANDO CONCEPTOS BÁSICOS
Por Nueva Estética
En el mundo de la cosmética, a menudo se confunde lo natural con lo orgánico. Esto da lugar a un marketing confuso. Para que los productos se consideren naturales basta con que incluyan un 0,01% de un extracto natural. Aunque existen marcas genuinamente naturales que pueden transmitir esto al público obteniendo los certificados de cosmética natural. A continuación, Arantza Jauregui, CEO de Esse Skincare Spain, nos aclara algunos conceptos que hay que tener en cuenta cuando hablamos de cosmética “verde”.
Debido a que cada vez hay una mayor concienciación con el tema de la sostenibilidad en su sentido más amplio, también hay mucha información, pero no siempre es fácil entenderla ni disponer del tiempo necesario para buscarla. Es verdad que hoy en día existen varias aplicaciones para facilitar ese acceso de información al consumidor, ya que hay que ser muy versado en química o trabajar en la industria cosmética para descifrar todo lo que aparece escrito en la caja de cualquier cosmético. Las más conocidas son Inci Beauty, Ingred, Clean Beauty, y la norteamericana EWG´s Skin Deep, en la que puedes hacer la búsqueda por el producto o por el ingrediente. También es verdad que existen aplicaciones confusas o “financiadas” que no siempre son fiables desde el punto de vista de la sostenibilidad o del daño que pueden causar a la salud ciertos ingredientes.
A grandes rasgos, y de una forma más fácil para el usuario, se pueden comprobar los sellos de los certificados que tiene un producto determinado para valorar su sostenibilidad, etc. A ser posible, reconocidos nacional o internacionalmente, ya que hay algunas grandes empresas que pueden certificar la calidad de un producto por un sello creado por ellos mismos, poniendo en duda la objetividad del mismo. Los sellos más conocidos y de mayor rigor en cuanto a certificación son los COSMOS. Lo componen las 5 mayores empresas certificadoras a nivel mundial que han aunado criterios para denominar si un producto es natural u orgánico. La cosmética orgánica, en general, contiene plantas, esencias, extractos y aceites productos sin pesticidas sintéticos, fertilizantes o ingredientes modificados genéticamente. Son mejores para el medio ambiente y dejan menos residuos en la piel. Respecto al sello de producto vegano, también hay confusión. Este, significa que no lleva productos animales ni derivados de ellos, pero no por eso tiene que ser ecológico, ni siquiera natural.
Emisiones de carbono y de plástico, el kit de la cuestión
Pero vamos a centrarnos en las certificaciones menos conocidas y que menos empresas, incluso de cosmética natural u orgánica, utilizan: son las de emisiones de carbono y las de plástico. Lo que generalmente hacen las empresas es comprar créditos de carbono para compensar sus emisiones, y es entonces cuando se considera que una empresa es “Neutra en emisiones de carbono”. No es fácil calcular esas emisiones, ya que se tienen en cuenta las emitidas en la producción, transporte, energía consumida en general en la fábrica, etc; pero no se suele tener en cuenta las emisiones de los suministros de proveedores (¿existe alguna empresa que tenga el 100% de lo que produce a kilómetro 0, incluidos los envases, además?). La misma producción de envases, sean de cristal o plástico tienen asociadas unas emisiones, ya que hay que transportar materias primas, calentar, fundir…. Al ser tan complicado, hay unas tablas que estiman la cantidad de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero producidos en todos los procesos de fabricación y que cada empresa aplica según los kilos que produce.
El vidrio por ejemplo, tiene un valor de carbono incorporado de 1,44 kgCO2/kg. Esto significa que por cada kilogramo de vidrio producido se emiten a la atmósfera 1,44 kg de dióxido de carbono. El plástico tiene un valor sustancialmente superior. Por ejemplo, el polipropileno (PP) tiene una huella de carbono incorporada de 4,49 kgCO2/kg. Esto significa mucho más carbono por kilogramo de plástico, pero el plástico pesa menos y esto significa que, en algunos casos, hay menos carbono incorporado en un producto envasado en plástico y en otros menos en la opción de vidrio. Este cálculo tiene en cuenta el transporte.
Y algo en lo que tampoco se piensa es que los envases de cartón, tan de moda en productos de cuidado personal ecológicos, sean de cartón reciclado o no, pues éste suele ser el mayor contribuyente a la huella de carbono. ¿Y qué pasa con el plástico? En la actualidad, el 91% del plástico mundial no se recicla, muchas veces porque la calidad del propio plástico no lo permite. Los plásticos de un solo uso, como las bolsas de plástico, los envoltorios de caramelos, las botellas de agua y los envases de alimentos acaban en los cursos de agua destinados al océano. Hay empresas, pocas a día de hoy, que se aseguran de recoger la cantidad equivalente al plástico que producen asociándose con empresas encargadas de dicha gestión.
Las normas ecológicas COSMOS tienen directrices estrictas que regulan qué materiales de envasado se pueden utilizar, y prohíben muchos tipos de plástico... bien porque su producción contamina demasiado, bien porque no son reciclables. Las normas permiten algunos tipos diferentes de plástico (PET, PP, PETG, LDPE, HDPE) que son más respetuosos con el medio ambiente. Las normas también permiten el vidrio, el papel, el aluminio y algunos otros. ¿Cuáles son los mejores?
En términos de contaminación, en la producción también el vidrio gana una vez considerado el proceso completo. El factor decisivo viene al considerar el destino del envase una vez utilizado. En la UE se recicla alrededor del 73% del vidrio. La cifra correspondiente al plástico es del 42%. En EE.UU. solo se recicla el 8,5% del plástico, y no va en aumento, de hecho, ha bajado desde 2015, cuando se reciclaba el 9,1%. El vidrio se fabrica a partir de arena y minerales. Es inerte y no daña los ecosistemas si no se recicla. No puede decirse lo mismo del plástico.
Respecto a la formulación
Al consumidor se le atrae mediante campañas de marketing y el denominador común en todas ellas es la imagen natural de un producto, aunque no lo sea. Se potencia ese extracto maravillosamente natural del que ya hemos comentado más arriba que por ley puede ser un porcentaje mínimo. ¿Cuál es el primer ingrediente y, por lo tanto, la mayor cantidad que aparece en un INCI? El agua, que también es natural, pero no tiene ningún principio activo. En la formulación se añade algún tipo de aceite para hidratar, y un emusionante para hacer, al unirlos, una base cremosa. A posteriori, se añaden el resto de componentes. De ahí la importancia de fijarse en el INCI a la hora de comprar un producto, porque influye su composición y el precio (el agua es prácticamente gratis).
Otra consideración primordial a la hora de formular es el pH del producto. La piel tiene un pH bajo como mecanismo de defensa. De hecho, se podría decir que el pH es el factor más importante de nuestra piel. Asimismo, nuestro denominado "manto ácido" puede oscilar entre 4,8 y 5,4. A medida que envejecemos, este valor tiende a aumentar. Esto es crucial, porque una vez que se desvía de este rango, la enzimas presentes en todos los organismos vivos fallan, interrumpiendo su función de convertir los nutrientes en energía. Además, el microbioma de nuestra piel está adaptado a determinado nivel de pH. Elevar el pH favorece a un conjunto distinto de microbios patógenos. Formular productos con pH bajo y garantizar la estabilidad de la emulsión es difícil. Muchos emulsionantes tienen una estructura química que se divide en sus partes constituyentes cuando el pH desciende por debajo de siete. Esto suele provocar una separación en aceite y agua. Muchos productos de la industria de la belleza y el cuidado de la piel se diseñan teniendo en cuenta la sensación en la piel en lugar de garantizar el pH correcto para su salud. Hay que tener en cuenta que la piel tarda 18 horas en recuperar su pH, y absolutamente todas las limpiadoras convencionales con espuma tienen un pH mucho más alto.
La conservación del producto, un factor clave
Por otra parte, los conservantes desempeñan un papel fundamental a la hora de garantizar la seguridad de los productos. Las leyes dictan que los productos no deben contener más de 1.000 microbios por mililitro, por lo que estos compuestos se han empleado durante el último siglo para evitar el crecimiento microbiano. Dada la composición de aceite y agua de muchos productos el potencial de crecimiento bacteriano y microbiano es alto, ya que estos compuestos sirven como fuente de alimento para muchos microorganismos. Sin embargo, es crucial reconocer el impacto de los conservantes en el microbioma de la piel y en el organismo, ya que no sólo atacan a las bacterias dañinas, sino que también pueden alterar el equilibrio de las beneficiosas.
En la industria del cuidado de la piel, los tipos de conservantes utilizados han variado con el tiempo, adaptándose a los nuevos conocimientos y preocupaciones en materia de seguridad. Históricamente, los parabenos fueron una opción popular hasta que fueron objeto de escrutinio por imitar potencialmente a los estrógenos. Una vez que su uso disminuyó, se observó que muchos en la industria volvieron a métodos más antiguos, en concreto, el uso de liberadores de formaldehído como la hidantoína DMDM y el Imidazolidinyl urea, entre otros. También existen alternativas modernas como el fenoxietanol, todos ellos causantes de alergias e irritaciones varias.
Reflexión final
La belleza industrial tiene unos 100 años. A principios del siglo XX, grandes empresas de Estados Unidos y Europa utilizaron el miedo a los gérmenes para vender jabones fuertes a cientos de millones de consumidores. Las mismas empresas ampliaron rápidamente su alcance prometiendo "hacer retroceder el reloj" a un mercado receptivo a la promesa de "vivir mejor gracias a la química".
Un enfoque científico no es malo, todo lo contrario, y tampoco el enfoque químico, ya que el mundo natural es pura química (se le llama química verde), que es diferente a la química utilizada por la industria de cosmética convencional (y muchas veces tóxica). El conocimiento de la piel nos permite comprender mejor los mecanismos que aceleran el proceso de envejecimiento. Cuando la industria utiliza sólo partes selectas del mensaje científico para vender ingredientes excesivamente baratos y obtener el máximo beneficio... tenemos la belleza industrial.
La belleza industrial no tiene en cuenta el valor de la vida que alberga nuestra piel en forma de billones de microbios (bacterias, virus, hongos, etc.). Estos microbios, que conforman nuestro microbioma, son los que realmente determinan la salud de la piel; es como si cada uno de nosotros fuéramos, y de hecho lo somos, un ecosistema complejo. Es tan fácil como responder a si los ecosistemas complejos responden bien a los ingredientes sintéticos. Y finalmente, cabe preguntarse si nos habremos equivocado en algunos procesos durante los últimos 100 años.