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COSMÉTICA BEAUTY DREAMS

Por Nueva Estética

La noche es un momento mágico para el cuidado de la piel. Según los científicos, la regeneración alcanza su punto más álgido entre la 1h y las 3h de la madrugada, por eso es justo en este preciso instante cuando deben entrar en acción los cosméticos regenerantes de uso nocturno. 

 


La piel tiene su propio ciclo del sueño
 
Cuando apagamos las luces, la piel se pone en marcha. Y es que nuestro cutis responde a un reloj biológico interno, y pide en cada momento lo que necesita. Cuando se descansa bien durante la noche, la piel se despierta mucho más bella. Esto es una realidad más que evidente, un sueño reparador influye en el humor, la salud y es también sinónimo de belleza. Al igual que el resto del cuerpo, la piel está sometida a ritmos biológicos diferentes, y regulada por la alternancia del día y la noche. Durante el día, se dedica a luchar contra las agresiones externas (UV, radicales libres, contaminación...) por tanto, hace las veces de escudo. Durante la noche, momento en que el cuerpo se relaja, la piel se activa para activar sus mecanismos de reparación y de regeneración. Mientras dormimos, nuestra piel trabaja para renovar las células y eliminar los desechos acumulados durante el día. Y es que nuestro organismo posee su propio mecanismo de reparación celular. Se trata de un momento estratégico para un aporte de activos regenerantes que le ayuden en sus funciones. Está demostrado, según la hora del día, la resistencia cutánea y la actividad celular son completamente diferentes. Así, durante la noche las células epidérmicas se reparan y se renuevan más rápidamente. Es entonces cuando los productos regeneradores alcanzan su máxima actividad, promoviendo en la piel no sólo el proceso de regeneración, sino también mejorando su nivel de hidratación y elasticidad, además de reforzar sus propios  mecanismos de defensa y nutrición. Así lo afirma la cronobiología, ciencia que estudia cada uno de los ritmos de su funcionamiento. El reloj biológico situado en el núcleo del cerebro, que está regulado por la luz, se encarga de poner en marcha la secreción de hormonas que inciden al sueño. 
 
Al caer la tarde, el organismo segrega su propia melatonina, que nos cierra los ojos y vela por nuestra piel. La melatonina, también llamada hormona del sueño, desempeña un papel central en la regulación de los ritmos cronobiológicos. Es ella quien activa la alarma de adormecimiento. Mientras dormimos, la piel trabaja a pleno rendimiento. Las células se multiplican, la división celular se activa por completo para regenerar la epidermis. Asimismo, se produce otra hormona, esencial en la síntesis de proteínas como el colágeno, que favorece la reparación y la reconstrucción de los tejidos cutáneos. De hecho, existe una franja horaria ideal donde se produce el alza del proceso de regeneración y la división de las células cutáneas. La belleza de la piel se encuentra en juego entre las 23 y las 2 horas de la madrugada. Estas primeras horas de sueño, denominadas “Golden hours”, han demostrado ser las más reparadoras para la epidermis. Un instante de gran valor, durante el cual resulta esencial cuidar nuestra piel para ayudarle a recuperar y optimizar el tiempo de regeneración celular. También hay que tener en cuenta que entre las 19h y las 23h, la piel manifiesta los síntomas del estrés exógeno acumulados durante el día, alcanzando un pico de irritabilidad que cursa con rojeces difusas, signos de cansancio, arrugas marcadas, sequedad o falta de luz. 
 
Lee el artículo completo en la edición de Enero-Febrero de NUEVA ESTÉTICA.
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