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7 ERRORES SKINCARE QUE HAY QUE EVITAR

Por Nueva Estética

En la era de los tutoriales virales y los “beauty hacks”, cada vez más personas adoptan prácticas que, lejos de beneficiar la piel, comprometen su equilibrio y salud. Toma nota de lo que nunca se debe hacer en lo que se refiere a rutinas de belleza.

 



Estos son los 7 pecados capitales de la cosmética que hay que evitar si se quiere mantener una piel sana y radiante:

 

1. Usar productos caducados

El maquillaje y los productos cosméticos tienen fecha de caducidad. Aunque no siempre tienen una fecha visible como los alimentos, sí cuentan con un PAO (Period After Opening) que indica cuántos meses son seguros de usar tras abrir el envase. Y aunque no estén abiertos, lo ideal es no guardarlos más de 1 año. Aplicar cosméticos vencidos no solo reduce su eficacia sino que puede desencadenar reacciones alérgicas, irritaciones o infecciones. Si huelen raro, han cambiado de color o textura, es momento de hacer limpieza de cosméticos. 

 

2. Acostarse con el maquillaje o usar solo toallitas desmaquillantes / agua micelar

Ese pecado cosmético es un clásico pero no puede faltar. Durante la noche, la piel entra en modo reparación, y si está cubierta de maquillaje, suciedad y contaminación, este proceso no se realiza de forma óptima. Usar exclusivamente toallitas desmaquillantes o agua micelar tampoco es una solución real: suelen arrastrar la suciedad sin eliminarla completamente, y muchas contienen alcohol o fragancias que irritan. Lo ideal es una limpieza eficaz con aclarado. Eso permitirá, además, que la crema de noche actúe. De lo contrario, no llega a penetrar eficazmente en la piel para cumplir su papel.

 

3. Usar demasiados activos irritantes a la vez

Este es un error muy común hoy en día. La tentación de usar todos los ingredientes de moda que nos bombardean cada día (retinol, ácidos exfoliantes, despigmentantes, etc.) puede jugar en contra si no se hace con cuidado. Mezclar demasiados activos puede comprometer la barrera cutánea y generar irritación, sequedad, sensibilidad o brotes. Menos es más: una rutina efectiva no necesita ser extensa, sino coherente y adaptada a cada tipo de piel. 

 

4. Usar hidratantes con maquillaje y SPF incorporado

Los productos “todo en uno” parecen prácticos, pero muchas veces sacrifican eficacia y no hacen bien ni una cosa ni la otra. Un hidratante con SPF no siempre garantiza la protección solar adecuada si no se aplica en la cantidad correcta. Y la cantidad correcta para estar fotoprotegido sería impensable. Si de un fotoprotector normal se tiene que aplicar en el rostro el contenido de una cuchara de te para estar fotoprotegido, si el cosmético que se utiliza tiene un pequeño porcentaje de fotoprotector, para que fuera efectivo se tendría que aplicar en grandes cantidades. Ello ofrece una falsa sensación de estar protegidos sin estarlo. Los productos 2 en 1 que sí pueden ser prácticos son los fotoprotectores con color que sustituyen el maquillaje. Esos suelen ser minerales, no pierden eficacia.

 

5. Tocarse los granos

Sabemos que es difícil resistirse, pero manipular los granos puede empeorar la inflamación, propagar bacterias, provocar hiperpigmentación o, incluso, dejar cicatrices permanentes. En lugar de tocarlos, lo mejor es usar tratamientos localizados recomendados por el dermatólogo, y ser pacientes. Para prevenirlos lo mejor es incorporar en lu rutina de cuidado exfoliantes físicos y/o químicos y retinoides.

 

6. Pasarse con el exfoliante

Es igual de malo no exfoliar la piel que exfoliarla demasiado. La exfoliación ayuda a renovar la piel, pero cuando se convierte en un hábito diario o se usan productos muy agresivos, puede dañar la barrera cutánea. Esto conlleva a una piel más sensible, enrojecida y propensa a brotes o descamación. Lo ideal es exfoliar de una a tres veces por semana, según tu tipo de piel. Una piel sensible o más joven, solo una vez por semana. Una piel normal, 2 veces por semana y una piel grasa y resistente se puede exfoliar hasta 3 veces por semana.

 

7. No tener una rutina cosmética

No tener una rutina no significa solo no usar productos, sino también cambiarlos constantemente o usar productos no adecuados para el tipo de piel o usarlos sin un orden lógico. La piel necesita constancia y sensatez para estar saludable. Una rutina básica (limpieza, hidratación y protección solar) es suficiente para empezar. A partir de ahí, se pueden incorporar tratamientos específicos, pero siempre con conocimiento y paciencia.

 

Información. Método R.