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MICROBIOMA CUTÁNEO, CUANDO LA BELLEZA COBRA VIDA
MICROBIOMA CUTÁNEO, CUANDO LA BELLEZA COBRA VIDA

 

En nuestra piel conviven aproximadamente entre 1,5 y 2 billones de bacterias “buenas” que se encargan de preservar su salud y bienestar, así nos lo explica Arkaitz Felices, Management / Care & Beauty. Care, REVIDERM España. Se trata de una cifra realmente notable como para prestar a este admirable escuadrón de belleza la atención que se merece. En este ESPECIAL ponemos el foco de mira en la encomiable labor que cumplen estos microorganismos y cómo los tratamientos cosméticos pueden convertirse en sus mejores aliados en pro de salvaguardar la juventud e integridad de la piel.

 

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MICROBIOMA CUTÁNEO Y SU INFLUENCIA EN LA SALUD DE LA PIEL
La piel, como el órgano más grande y visible del cuerpo humano, cumple una serie de funciones vitales que van más allá de su papel como barrera física. Actúa como un escudo protector contra factores ambientales externos, regula la temperatura corporal, mantiene la hidratación y sirve como una interfaz sensorial. Además de desempeñar estas responsabilidades, es importante saber que la piel es un ecosistema complejo que alberga una plétora de microorganismos, conocido como microbiota cutánea. En este sentido, hay que decir que el microbioma se define como el genoma, o colección de genes, de estos microorganismos y su entorno. Aunque en un entorno coloquial estos dos términos se usan indistintamente.
 

UN ECOSISTEMA DE BACTERIAS TAN ÚNICO COMO TÚ

Cuando observamos la naturaleza en la escala macroscópica a la que estamos acostumbrados, distinguimos que los seres vivos que habitan zonas desérticas son muy distintos a aquéllos que prosperan en humedales. Estas diferencias también están presentes en los ecosistemas cambiantes y microscópicos de nuestra piel. 

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La diversidad microbiana cutánea varía considerablemente según las características físicas y químicas de cada región y tipo de piel. Estas diferencias están determinadas por factores como el pH, la humedad, la exposición a la radiación ultravioleta, la cantidad y composición del sebo y la disponibilidad de oxígeno. Estas variaciones crean microambientes específicos que favorecen el crecimiento de distintos microorganismos, resultando en una composición única del microbioma en cada persona y área del cuerpo. En pieles grasas predomina la Cutibacterium acnes, la cual toma el sebo como fuente de nutrientes, y por ello prospera en los entornos ricos en lípidos liberados por las glándulas sebáceas. Por otro lado, en las pieles y áreas húmedas se crean las condiciones ideales para los géneros bacterianos, Staphylococcus y Corynebacterium.
 

QUÉ ES LA DISBIOSIS, EL PRINCIPAL ENEMIGO DE LA PIEL

La disbiosis, o el desequilibrio en la composición del microbioma cutáneo, puede tener consecuencias significativas para el equilibrio y la salud de la piel. Desafortunadamente esta inestabilidad no es una excepción, sino la norma. 
 

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En comparación con el microbioma intestinal, cuya biomasa y diversidad son significativamente superiores, el microbioma de la piel se enfrenta a un entorno mucho más hostil. La piel es relativamente seca, ácida, salada y pobre en nutrientes, lo que dificulta la supervivencia de los microorganismos que la habitan. Por si esto fuera poco, diversos factores intrínsecos y extrínsecos amenazan la armonía de este ecosistema cutáneo, siendo los más relevantes: la exposición a radiación UV, la contaminación, cambios bruscos de temperatura y otros estresores medioambientales, el empleo de cosméticos agresivos, con muchos conservantes o no adecuados para el tipo de piel (especialmente limpiadores y exfoliantes), el tipo de dieta, el estrés y la presión psicológica negativa, enfermedades subyacentes y el uso de medicación y, finalmente, el inevitable envejecimiento. Cuando se perturba el equilibrio microbiano, los efectos pueden manifestarse en una variedad de condiciones cutáneas que van desde leves a severas. Entre las alteraciones más habituales destacan las siguientes: dermatitis atópica, acné, rosácea y dermatitis seborreica.

PRE, PRO Y POSTBIÓTICOS, LA ARMADA INVENCIBLE

Los productos que cuidan activamente del ecosistema microscópico de la piel hacen uso de pre, pro y/o postbióticos. Diversos ensayos clínicos han demostrado el potencial y efecto positivo de la aplicación de estas sustancias, erigiéndose como una alternativa o complemento ideal para el tratamiento de las pieles patológicas, así como para reparar la barrera comprometida tras el uso inadecuado de ácidos o retinoides, además de prevenir el envejecimiento prematuro.

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Probióticos Acuñado en los 60, el término probiótico inicialmente se refería a los metabolitos que producían algunas bacterias, como aminoácidos, vitaminas, antioxidantes… cuya acción tenía efecto sobre la piel y otras bacterias. Hoy en día los probióticos se refieren comúnmente a bacterias vivas que, administradas en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped. Esta es la definición respaldada por la Organización Mundial de la Salud, sin embargo sigue siendo algo ambigua, ya que no existe una regulación estricta ni estándares rigurosos para los fabricantes. Los probióticos son los más conocidos dentro de estas tres categorías de activos, principalmente por su amplio uso en la alimentación, especialmente en productos lácteos con la presencia de lactobacilos y bifidobacterias. Se ha descubierto que los beneficios asociados a los organismos probióticos no siempre pueden atribuirse a toda la especie microbiana, sino que, a menudo, son específicos de una subespecie o cepa en particular. Esto significa que algunas de las cepas que se utilizan en productos comerciales podrían no ofrecer verdaderos beneficios para la salud, siendo, en muchos casos, estrategias de marketing bien elaboradas sin un respaldo científico sólido. A falta de legislación precisa, todo depende de la ética y honestidad de los laboratorios.
 
Prebióticos Hablando de prebióticos orales, son ingredientes no digeribles, como la fibra, que favorecen el crecimiento y la actividad de las bacterias beneficiosas para nuestro organismo. A su vez, un prebiótico nunca debería alimentar a bacterias patógenas o promover su crecimiento. Se seleccionan alimentos específicos que sólo las bacterias comensales pueden aprovechar. En los cosméticos se sigue el mismo concepto, son compuestos derivados de plantas. Al fomentar un ambiente favorable para las bacterias “buenas”, los prebióticos ayudan a mantener el equilibrio del microbioma cutáneo.
 
Postbióticos Los postbióticos son los productos metabólicos derivados de la actividad de los probióticos. Éstos incluyen ácidos grasos de cadena corta, péptidos antimicrobianos y otros metabolitos que ayudan a fortalecer la barrera cutánea, reducir la inflamación, así como a mejorar la hidratación y flexibilidad de la piel.
 
ACTIVOS “HACKER”, TODO UN DESCUBRIMIENTO
 
En los últimos años se han identificado activos cosméticos que pueden regular o bloquear la comunicación entre las bacterias mediante la inhibición de las señales químicas que utilizan para coordinarse, un proceso conocido como “quorum sensing”. Esta estrategia es muy útil para prevenir la formación de biofilms, que son colonias bacterianas resistentes que pueden desencadenar infecciones crónicas y exacerbar problemas cutáneos, como el acné o la dermatitis. En esencia, estos ingredientes, que no pueden ser englobados dentro de las tres categorías anteriores, actúan como un hacker informático, que secuestra el canal de comunicación para su propio beneficio; de ahí su nombre. En este sentido, activos como los extractos de Noni (Morinda citrifolia) y algunos péptidos han demostrado su capacidad para interferir en esta comunicación bacteriana, reduciendo la virulencia de microorganismos patógenos sin necesidad de eliminarlos por completo. Esto representa una estrategia prometedora para mantener un equilibrio microbiológico saludable en la piel, sin el uso excesivo de antibióticos u otros tratamientos agresivos.
 
Lee el ESPECIAL completo en la edición de Octubre de NUEVA ESTÉTICA. Si no estás suscrito, hazlo AQUÍ.