Probióticos Acuñado en los 60, el término probiótico inicialmente se refería a los metabolitos que producían algunas bacterias, como aminoácidos, vitaminas, antioxidantes… cuya acción tenía efecto sobre la piel y otras bacterias. Hoy en día los probióticos se refieren comúnmente a bacterias vivas que, administradas en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped. Esta es la definición respaldada por la Organización Mundial de la Salud, sin embargo sigue siendo algo ambigua, ya que no existe una regulación estricta ni estándares rigurosos para los fabricantes. Los probióticos son los más conocidos dentro de estas tres categorías de activos, principalmente por su amplio uso en la alimentación, especialmente en productos lácteos con la presencia de lactobacilos y bifidobacterias. Se ha descubierto que los beneficios asociados a los organismos probióticos no siempre pueden atribuirse a toda la especie microbiana, sino que, a menudo, son específicos de una subespecie o cepa en particular. Esto significa que algunas de las cepas que se utilizan en productos comerciales podrían no ofrecer verdaderos beneficios para la salud, siendo, en muchos casos, estrategias de marketing bien elaboradas sin un respaldo científico sólido. A falta de legislación precisa, todo depende de la ética y honestidad de los laboratorios.
Prebióticos Hablando de prebióticos orales, son ingredientes no digeribles, como la fibra, que favorecen el crecimiento y la actividad de las bacterias beneficiosas para nuestro organismo. A su vez, un prebiótico nunca debería alimentar a bacterias patógenas o promover su crecimiento. Se seleccionan alimentos específicos que sólo las bacterias comensales pueden aprovechar. En los cosméticos se sigue el mismo concepto, son compuestos derivados de plantas. Al fomentar un ambiente favorable para las bacterias “buenas”, los prebióticos ayudan a mantener el equilibrio del microbioma cutáneo.
Postbióticos Los postbióticos son los productos metabólicos derivados de la actividad de los probióticos. Éstos incluyen ácidos grasos de cadena corta, péptidos antimicrobianos y otros metabolitos que ayudan a fortalecer la barrera cutánea, reducir la inflamación, así como a mejorar la hidratación y flexibilidad de la piel.
ACTIVOS “HACKER”, TODO UN DESCUBRIMIENTO
En los últimos años se han identificado activos cosméticos que pueden regular o bloquear la comunicación entre las bacterias mediante la inhibición de las señales químicas que utilizan para coordinarse, un proceso conocido como “quorum sensing”. Esta estrategia es muy útil para prevenir la formación de biofilms, que son colonias bacterianas resistentes que pueden desencadenar infecciones crónicas y exacerbar problemas cutáneos, como el acné o la dermatitis. En esencia, estos ingredientes, que no pueden ser englobados dentro de las tres categorías anteriores, actúan como un hacker informático, que secuestra el canal de comunicación para su propio beneficio; de ahí su nombre. En este sentido, activos como los extractos de Noni (Morinda citrifolia) y algunos péptidos han demostrado su capacidad para interferir en esta comunicación bacteriana, reduciendo la virulencia de microorganismos patógenos sin necesidad de eliminarlos por completo. Esto representa una estrategia prometedora para mantener un equilibrio microbiológico saludable en la piel, sin el uso excesivo de antibióticos u otros tratamientos agresivos.
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