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ESPECIAL ACNÉ Y ROSÁCEA
ESPECIAL ACNÉ Y ROSÁCEA
 
 
Estas pieles presentan una biología harto peculiar que las convierte en un verdadero reto para los profesionales del sector. Conocer el origen del problema, a veces no es tarea fácil, así como encontrar el tratamiento definitivo. La buena noticia es que el mayor conocimiento de estos cutis y los nuevos procedimientos en estética, dermatología, medicina estética y tecnologías específicas ofrecen soluciones cada vez más eficaces. 
 

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En este ESPECIAL no sólo te descubrimos los factores implicados en el desarrollo del acné y la rosácea, sino que te presentamos las terapias que actualmente han demostrado tener mayor eficacia.

PIEL Y ACNÉ

El tratamiento del acné y de las secuelas que deja en la piel se ha actualizado en los últimos tiempos, y hoy los resultados son mejores que nunca, gracias a terapias multidisciplinares en las que al dermatólogo se une la esteticista y el especialista en medicina estética.

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El acné, o mejor dicho: lo que en dermatología se conoce como acné vulgar,  es una enfermedad inflamatoria de la piel, que se manifiesta a través de alteraciones muy diversas: comedones, pápulas, pústulas (espinillas) e incluso nódulos y quistes, que pueden dejar cicatrices muy deformantes. Su espectro de afectación también es variable, y puede ir de tener algún que otro poro infectado hasta gran cantidad de lesiones inflamatorias. El grado de afectación y de inflamación es el factor que determina la gravedad. Asimismo se consideran casos de gravedad cuando se manifiesta una tendencia elevada a que aparezcan cicatrices, aunque las lesiones sean pocas. 
Dado que el acné tiende a concentrarse en el rostro, se acompaña de una nada desdeñable repercusión psicosocial, así, independientemente de  la etapa de la vida en la que se manifieste, puede provocar inseguridad, complejos y en los casos más graves, incluso aislamiento y depresión. 
 
Para saber más de este tipo de cutis y conocer las terapias multidisciplinares que actualmente se emplean y que nos explican el Dr. David Romero Riu y el Dr. Esteve Darwich Solive, Especialistas en Dermatología y Medicina Estética centro Epidermos BCN,te invitamos a leer nuestro ESPECIAL de la Revista de Marzo 2020.
 

PIEL Y ROSÁCEA

Rubor excesivo, enrojecimiento, inflamación, hipersensibilidad... estos son algunos de los síntomas que sufren este tipo de pieles.  Hoy, los nuevos avances científicos y el conocimiento más exhaustivo de su biología permiten dar una solución real al problema. Lo importante para devolverles su bienestar es identificar el subtipo de rosácea que presentan y adecuar el tratamiento a sus necesidades.

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En la última década, la rosácea ha presentado grandes cambios a nivel terapéutico y en el campo de la investigación. Sin embargo, antes de entrar en materia, es importante dejar claro que la educación del paciente y la identificación del tratamiento más apropiado es un aspecto esencial para dar solución al problema. La metodología empleada debe adaptarse a cada persona, teniendo en cuenta los síntomas, los factores desencadenantes, el aspecto psicológico y las necesidades individuales de cada caso. Actualmente, la combinación de terapias para tratar los diferentes síntomas y signos asociados permiten mejorar la enfermedad y obtener resultados altamente satisfactorios. 
 
Pero, empecemos por el principio... ¿Qué es exactamente la rosácea? Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, que suelen presentar comúnmente adultos y que afecta a áreas visibles, como el rostro. Se caracteriza por rubor, enrojecimiento, pápulas, pústulas y telangiectasias. Los ojos están a menudo involucrados y, en ocasiones, puede darse engrosamiento y agrandamiento de la piel (phymas), especialmente de la nariz. La rosácea puede tener un impacto psicosocial significativo en los pacientes y causar ansiedad, vergüenza y baja autoestima. Aunque la rosácea puede darse en cualquier persona, afecta más comúnmente a mujeres de mediana edad con piel clara, ojos azules y pelo rubio y menos frecuente en los fototipos de piel V y VI. 
 
Podrás leer este interesante artículo firmado por la Dra. Alba Català Gonzalo, Dermatóloga del Hospital Plató y Centro Médico Teknon, en nuestra revista de de Marzo 2020.
 

UV, MALOS COMPAÑEROS

Los rayos de sol afectan negativamente tanto a las pieles con acné como a las que padecen rosácea

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En verano suele haber una mejora del acné, debido a que el sol y el agua del mar tienen un efecto antiinflamatorio y secante, que hace que la piel mejore, pero luego hay un empeoramiento súbito. Ello ocurre por varias razones, la primera es que en verano los pacientes no siguen el tratamiento de forma regular y suelen abusar de fotoprotectores solares demasiado grasos, y en segundo lugar es que el tejido cutáneo se defiende del sol no sólo poniendo en marcha el proceso de bronceado sino aumentando su grosor. Mientras se mantiene el efecto beneficioso del sol y el mar, lo negativo queda enmascarado, pero al regresar de las vacaciones no tarda en rebrotar la patología. Para evitar que esto ocurra es importante adecuar la pauta de tratamiento al verano, y utilizar fotoprotectores libres de grasas.
 
En el caso de los cutis con rosácea, hay que tener en cuenta que la radiación ultravioleta aumenta las especies de oxígeno reactivo en la piel, que puede activar a través de Toll-like receptor 2, la calicreína 5 y la catelicidina la cascada inflamatoria. La radiación UV es un conocido desencadenante de enrojecimiento y puede empeorar los síntomas de la rosácea.