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BELLEZA DE OTOÑO
BELLEZA DE OTOÑO

 

Dicen que la belleza es efímera, pero se equivocan. La piel tiene la virtud de “renacer” siempre y cuando se le aporten los cuidados que necesite en cada momento. Como por arte de magia, los tratamientos regenerantes, y despigmentantes, que asocian el poder de la cosmética con la tecnología más puntera, son capaces de hacerla “resurgir de sus cenizas” para que la tez luzca otra vez deslumbrante. Y zas! De nuevo se transforma en una piel joven y radiante. 

 

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En este Especial te descubrimos qué tratamientos funcionan como auténticos restauradores de belleza.

EL DESPERTAR DE LA PIEL

Sin duda, el fotoenvejecimiento constituye uno de los enemigos principales para la belleza e integridad de la piel. Por eso, conocer su mecanismo de acción es determinante para ponerle freno a tiempo, así nos lo explica VICTOR DIGÓN, TECHNICAL MANAGER DE BRUNO VASSARI.

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Envejecer es un proceso natural. Existen dos tipos de envejecimiento cutáneo: intrínseco y extrínseco. El envejecimiento intrínseco o cronológico es el resultado natural del paso del tiempo. Se manifiesta en la piel a través de la aparición de arrugas finas y otras alteraciones funcionales, como sequedad cutánea, pérdida de firmeza, adelgazamiento de la epidermis, prurito e incluso telangiectasias. Por otro lado, el envejecimiento extrínseco se refiere a un envejecimiento prematuro causado por diversos factores, entre los que destacan los hábitos de vida poco saludables, exposición a la contaminación ambiental y, principalmente, la ación de las radiaciones ultravioletas, lo que comúnmente se conoce como fotoenvejecimiento. 

ESTRUCTURA CUTÁNEA

La epidermis es la capa más externa de la piel y se compone de varios estratos que se forman a medida que las células se diferencian. 

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Estos estratos incluyen el estrato basal, donde se encuentran las células madre, el estrato espinoso, el estrato granuloso y el estrato córneo, que es la capa más superficial y está compuesta por células muertas llamadas corneocitos. La epidermis se renueva constantemente para mantener un grosor cutáneo constante. Los queratinocitos son el componente principal de la epidermis, pero en esta capa también hay melanocitos, que producen melanina en el estrato basal, y otras células relacionadas con la defensa de la piel, como las células de Langerhans.
 
La dermis se encuentra debajo de la epidermis y está compuesta por una red de fibras elásticas de colágeno y elastina, así como células como los fibroblastos y otros componentes como proteoglicanos y glucosaminoglicanos. Éstos forman la matriz extracelular (MEC). Los fibroblastos producen principalmente colágeno tipo I y III, y la cantidad secretada varía según su ubicación. Los componentes de la MEC se dividen en moléculas que forman fibras estructurales, como el colágeno, la fibrina, la fibronectina y la elastina. El colágeno tipo I y III representan la mayoría del colágeno presente en la piel. También hay moléculas que no forman fibras estructurales, como los proteoglicanos (como el ácido hialurónico) y los glucosaminoglicanos (como el condroitín y el dermatán sulfato). Estas moléculas tienen carga negativa y se encuentran en el espacio intersticial, y su función principal es la hidratación y dar turgencia a la matriz dérmica.
 

FOTOEDAD

La radiación ultravioleta (UV) es la principal responsable del fotoenvejecimiento, especialmente las radiaciones UVA (320-400 nm) y UVB (290-320 nm). 

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Sin embargo, los rayos que juegan un papel más importante y las responsables del daño a largo plazo son los UVA, ya que penetran en las capas más profundas de la piel, la dermis, y provocan el daño de las fibras de colágeno y elastina, principalmente. En cambio, la radiación UVB tiene menor energía, pero incide en las primeras capas cutáneas, siendo las responsables de las quemaduras solares, inmunosupresión y de la mayoría de los cánceres cutáneos. En este sentido, el fotoenvejecimiento es un proceso complejo y acumulativo en el que intervienen numerosos mecanismos. La acumulación de radiación UVA causa el daño en la matriz extracelular de la dermis y los vasos sanguíneos. 
 
Lee el Especial completo en la edición de septiembre de NUEVA ESTÉTICA.
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