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COSMÉTICA ANTIEDAD
COSMÉTICA ANTIEDAD

Así es, los 20 años son efímeros, pero la belleza puede ser eterna. El secreto está en saber elegir los cuidados que se necesitan a cada edad para que la piel sólo registre en su código celular los momentos buenos. Con los productos anti-age adecuados, no importa lo vivido sino lo que está por llegar. y es que disfrutar de cada momento al máximo es el lait motive de los tratamientos de juventud. 

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Y el tiempo pasa

Existen varios factores que condicionan el proceso de envejecimiento, así nos lo explica MARÍA Río SOSA, Directora del equipo Técnico e I+D Anubis Cosmetics. Por un lado, tenemos el factor intrínseco (de origen genético), que viene predeterminado por nuestros genes, los cuales determinan aspectos tan importantes como su propia capacidad para proporcionar humedad o grasa a la piel, su manera de combatir los radicales libres o su resistencia frente a los rayos UV. Asimismo, los genes también están involucrados directamente con la proteínas que intervienen en los procesos de creación del colágeno y elastina entre otros muchos. En resumen, en lo que se refiere al factor intrínseco, se sabe que la genética es responsable de al menos un 60% del aspecto final de nuestra piel. Dicho de otro modo, no envejece con la misma rapidez una piel seca que en una grasa, ni una piel occidental que en una de origen oriental.  Eso sí, la juventud no está del todo escrita en los genes, existen otras variables que sí podemos controlar y que podrán ser prevenidas en gran medida y aquí es cuando entra en acción los factores extrínsecos o agravantes. Aquí tienen cabida tanto el estilo de vida como los factores ambientales a los que nos vemos expuestos. Ellos condicionarán, y mucho, cómo envejecemos, por ello es importante conocer el enemigo a tiempo. Veamos algunos de los agentes externos que tenemos que “vigilar muy de cerca”:

 

RADIACIÓN SOLAR Es uno de los factores más relevantes del envejecimiento prematuro, siendo causante de hasta un 80% del mismo. La radiación ultravioleta se compone de 3 tipos de ondas, las UVA, UVB y UVC. Cuando los rayos UVA y UVB llegan a la piel, ésta responde defendiéndose creando melanina para depositarla en la epidermis. A nivel celular, cuando los UV atraviesan la piel, las moléculas sufren un aumento de su energía de vibración, y esto se traduce en daños y errores en las fibras de colágeno y elastina de la dermis, formando además un exceso de radicales libres. De ahí que sea necesario utilizar a diario cremas con protección solar.

CONTAMINANTES ATMOSFÉRICOS como pueden ser el monóxido de carbono (que proviene de la combustión de los coches) o las partículas en suspensión en el aire (con orígenes muy diversos, como pueden ser polvo, humo proveniente de las fábricas o de los motores, el roce de las ruedas con el pavimento…), dióxido de nitrógeno (emisión provocada por los coches), ozono troposférico y dióxido de azufre (contaminante secundario que se produce a partir de la industria y los coches) propician en gran número la formación de los radicales libres. Todos éstos contaminantes provocan deshidratación, sensibilidad, descamación excesiva y pérdida de luminosidad y flexibilidad en la piel.

FACTORES CLIMATOLÓGICOS ADVERSOS Ya sea exceso de frío como exceso de calor, cambios bruscos de temperatura producidos por calefacción o aire acondicionado… Estos factores activan la formación de radicales libres y acaban agrediendo a la piel de forma intensa. El exceso de frío o viento disminuyen la protección del manto hidrolipídico, esto provoca deshidratación, descamaciones y pérdida de turgencia entre otros efectos sobre la piel. Por otro lado, el calor ocasiona un exceso de grasa, trastornos circulatorios como rotura de capilares, irritaciones, etc. Además, si nos encontramos a una temperatura superior a 40ºC o similar, se produce una desnaturalización del ADN, por lo que los elementos estructurales de la piel se desestabilizan y esto provoca una liberación en gran número de radicales libres con una consecuente formación más rápida de arrugas y aparición de flacidez entre otras. 

CONSUMO DE TABACO Es otro de los factores determinantes en el envejecimiento prematuro. La nicotina estrecha los vasos sanguíneos y evita que la  sangre circule hasta los pequeños vasos de la dermis, lo que produce una coloración amarillenta en incluso grisácea en la piel. Además, acelera la degradación del colágeno y de la elastina. 1 cigarrillo = mil billones de radicales libres por calada.

ESTRÉS Y FALTA DE SUEÑO Tanto el estrés cono la falta de sueño provocan un desgaste del organismo y un deterioro del sistema inmunológico. Resulta imprescindible dormir un mínimo de 8 horas al día, porque si no lo hacemos, surgen un seguido de reacciones en cadena que hacen que los ritmos biológicos se desequilibren. Los procesos regenerativos se ralentizan, el colágeno se degrada y aparece en menor número, por lo que a largo plazo, todo ello ocasionará una piel frágil, con arrugas y apagada, por su falta de regeneración, y una pérdida de la densidad de la piel debido a la disminución del colágeno. Las células emplean el 90% de la energía en las actividades metabólicas destinadas a la renovación, creación y reparación de los tejidos. En situaciones de estrés, el metabolismo cambia, el organismo envía la energía a los músculos, y la aparición de radicales libres es mayor. En la antigüedad, éste envío de energía hacia los músculos era lógico, puesto que una situación de estrés frente a una situación de peligro era el desencadenante para salir corriendo. Hoy en día, estamos sometidos a mucho estrés, el cual no requiere movimiento, aunque el proceso de traspaso de energía sigue siendo exactamente el mismo que hace cientos de años. El problema es que la paralización temporal de las funciones metabólicas comentadas anteriormente, provocará irremediablemente un exceso de radicales libres, proceso que finalmente derivará en el temible envejecimiento.

Como hemos podido ver, los radicales libres están involucrados en todos los procesos anteriores, por lo que son los responsables directos del envejecimiento prematuro. Se forman en muchos procesos metabólicos y, en el sistema inmunitario, son los responsables de la eliminación de virus y bacterias, pero un exceso de los mismos provocará, a corto plazo, una alteración progresiva de la estructura de la piel y sus funciones.

Cambios en la piel

Dicen que la juventud es efímera y el envejecimiento inevitable... y aunque es así, no hay por qué alarmarse, pues cada edad tiene sus ventajas y su belleza. Una cosa es cierta, la piel vive sometida a constantes cambios que vienen marcados por las agujas del reloj biológico. Veamos cuales son las alteraciones más comunes, porque sólo conociendo al enemigo seremos capaz de vencerlo:

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Fallo de la barrea protectora Una de las principales funciones de la piel es la de actuar como barrera protectora frente al medio externo. Una correcta hidratación cutánea es esencial para protegerla frente a agentes externos nocivos y agresiones mecánicas. Un porcentaje de agua de no menos de un 10%, dará lugar a una piel elástica, flexible y firme, pero si éste porcentaje desciende, la función barrera dejará de proteger contra radicales libres, y la deshidratación comportará, entre otras cosas, una piel frágil, problemas de descamación, aspecto mate, tendencia a la irritabilidad y aparición de líneas de expresión y arrugas. Diversos estudios verifican que a partir de los 25 años se inicia el proceso de envejecimiento, y aunque hay procesos que no se pueden remediar, como la degradación progresiva de las reservas de colágeno, otros como la prevención de la deshidratación son fundamentales, por ser una de las primeras causas que lo activan. De ahí que al la utilización de cosméticos ultrahidratantes sean imprescindibles para poner remedio a este proceso degeneriativo antes de que sea demasiado tarde, Ingredientes activos totalmente innovadores como el Hydromanyl ®, aseguran una correcta hidratación a lo largo de todo el día mediante una liberación secuencial de los activos protectores de la pérdida de agua transepidérmica. 

Problemas de queratización La queratina es una proteína con estructura fibrosa que se encuentra en las capas más externas de la epidermis, la cual se encarga de ofrecer resistencia y dureza a la piel, el pelo y uñas. Durante el proceso de envejecimiento, aparece una afectación a la renovación normal de la epidermis, donde se forma descamación fina, seca y blanca. Ello se debe a una deficiencia de las glándulas sebáceas y sudoríparas, causado por el envejecimiento cutáneo. La consecuencia directa es que la piel se presenta seca, descamada y con sensación de aspereza al parparla.

Alteraciones pigmentarias Los cambios en la pigmentación se encuentran entre los signos más visibles del envejecimiento. Debido a la edad o a los factores externos de los que hablábamos antes, disminuye el número de células responsables de la creación de pigmento, los melanocitos. Esto hace que la piel aparezca desprotegida frente al medio, y que las células que todavía quedan no cumplan su función correctamente, engrosándose. Todo ello crea cúmulos o faltas de pigmentación en diferentes zonas de la piel. Pero no sólo esto, la elastosis solar consiste en una acumulación anormal y una alteración de las fibras de elastina. Ello comporta unas fibras conectivas dañadas que se traducirá en la superficie en una piel arrugada.

Formación de arrugas Son uno de los factores más visibles del paso de los años en la piel. No son más que pliegues formados por la deshidratación, la gravedad o el movimiento de los músculos faciales. Existen 3 tipos de arrugas:

Líneas estáticas. Vienen marcadas desde el nacimiento y corresponden a pliegues naturales.

Líneas de expresión. Son las derivadas de las repetidas contracciones musculares (rictus, entrecejo…) Es probable que éstas se conviertan en un futuro en arrugas. Para evitarlo, es importante hidratar, regenerar y tratar de compensar la pérdida de ácido hialurónico, colágeno y otras sustancias indispensables para la juventud de la piel. Y hay que hacerlo desde una edad temprana, puesto que a partir de los 25 años comienzan a hacerse evidente su perdida… tanto en “cantidad” como en “calidad”.

Líneas gravitatorias. Aparecen a partir de los 40 años, y son el resultado del verdadero envejecimiento de los tejidos. La aparición de las arrugas viene determinada por un afinamiento de la dermis que provocará una pérdida de firmeza debido a una alteración de las fibras de colágeno y elastina. La epidermis se afina también por falta de auto-regeneración, y provoca acumulaciones de queratina que harán más evidente el surco de la arruga. Además, disminuye la cantidad de glándulas sudoríparas y sebáceas, por lo que la piel se vuelve propensa a inflamaciones, sequedad, aspereza o rojeces, por la pérdidad de su materia densa.

 

Pérdida de firmeza La aparición de la flacidez puede venir marcada por factores externos, como una pérdida de peso, debido a que al disminuir el porcentaje de grasa en el área, se pierden de forma brusca los cimientos elementales y aparece descolgamiento. Con la edad, se denota pérdida de volumen facial debido a la degradación tisular, sumada a que los fibroblastos reducen su regeneración drásticamente, por lo que disminuye también la formación de fibras de colágeno y elastina. Esto dará lugar a una deficiencia en la turgencia y la elasticidad por degradación y desorganización del tejido conectivo.

 

Envejecimiento hormonal

Los cambios hormonales que se producen después de los 50 años son la principal causa de la aceleración del envejecimiento cutáneo. Y es que la piel es un órgano “hormona-dependiente”Las carencias de hormonas repercuten directamente en su calidad y afectan tanto en la superficie como a nivel profundo. Debido a ello, la capa córnea deja de desempeñar su papel de barrera cutánea, la piel se deshidrata, pierde su aspecto pleno y las arrugas superficiales se acentúan. 

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En la epidermis, envoltura protectora de nuestro cuerpo, se afina debido a la ralentización de la renovación de los queratinocitos. Pierde espesor y se debilita. Mientras en la dermis, considerada como el tejido de sostén cutáneo, se pierde materia. El fibroblasto, célula “director de orquesta de la juventud de la piel”, que compone mayoritariamente esta capa, deja de desempeñar su papel esencial de “conectora”. La producción de fibras de colágeno y elásticas disminuye. Como resultado, la piel pierde densidad, firmeza y elasticidad, se relaja y las arrugas profundas se acentúan aún más. Concretamente, las cifras son las siguientes… la epidermis se afina aproximadamente en un 50%, la dermis pierde cerca del 30% de su sustancia en los cinco años después de la menopausia y la producción de colágeno disminuye en un 80-35% lo que quiere decir que la elasticidad de la piel disminuye cerca de 0,5% por año.

Pero… exactamente, cuál es el impacto de estos cambios hormonales en la actividad de los fibroblastos. Como ya hemos dicho, el fibroblasto es el componente esencial de la dermis, el tejido de sostén principal de la piel. Es una verdadera fábrica de matriz extracelular en la que las fibras de colágeno son sus principales componentes. Es el que dirige y organiza la matriz extracelular y la comunicación con las células vecinas, como por ejemplo las células de la epidermis, a través de señales moleculares. Los diferentes estudios realizados han constatado que el fibroblasto es una célula reactiva a los estrógenos y que su actividad metabólica se ralentiza por las deficiencias hormonales, lo que provoca la aceleración del envejecimiento de la piel. En este contexto científico, los expertos elaboraron un análisis para evaluar a nivel celular, el efecto de la menopausia en el fibroblasto y descifrar a nivel genético los cambios de su actividad. Gracias a esta investigación, se ha conseguido desarrollar un nuevo modelo inédito y viable para el cultivo de fibroblastos carentes de hormonas. Sobre esta base, se compararon los fibroblastos bajo influencia hormonal y los carentes de hormonas. Tras los estudios se certificó lo siguiente: Un fibroblasto no carenciado presenta una forma de estrella con múltiples puntos de anclaje en la matriz extracelular, lo que refuerza la estructura de la dermis, mientras un fibroblasto cadenciado muestra un aspecto fusiforme y aplanado. Además, pierde sus puntos de anclaje esenciales para la estructura de la dermis.

Sabemos también que el cambio en la morfología es indicativo de una modificación en la actividad metabólica de una célula. La menopausia genera un cambio en la morfología de las fibroblastos que puede ser responsable de la alteración de su integridad y de su actividad. Sobre la base de esta observación, mediante un análisis transcriptómico se ha establecido una lista de genes cuya expresión es modulada por la ausencia de colágeno. Para ello se extrajo el material genético de esas dos poblaciones de fibroblastos y se identificaron, a través de un análisis comparativo, los genes cuya expresión es modulada por la deficiencia hormonal. Entre ellos, se hallaron dos genes codificados intracelulares cuyo papel en la reorganización del citoesqueleto del fibroblasto ha sido demostrada. Se trata de los genes ARPC4 y CORO1B, implicados en la remodelación del citoesqueleto y en el cambio de morfología de los fibroblastos, con deficiencia hormonal, y por consiguiente en la ralentización de su actividad de “director de orquesta” de la estructura de la dermis.

Veamos cuales son los cambios más importantes que se producen en la piel debido al climaterio:

Pérdida de densidad cutánea a 2 niveles Por un lado, la epidermis se atrofia. Los queratinocitos, células predominantes en la epidermis, pierden su habilidad para multiplicarse y mueren más rápidamente. Sin embrago, siguen diferenciándose, convirtiéndose en corneocitos que migran a las capas superficies de la epidermis. Las células epidérmicas se diferencian más rápidamente de lo que se renuevan, causando un adelgazamiento de la epidermis y un engrosamiento de la capa córnea. Por otra parte, la dermis se vuelve más fina. La actividad y número de fibroblastos, la principal célula dérmica, disminuye y causa la reducción de la producción de fibras de colágeno, que garantizan la resistencia y elasticidad de la piel. Hay que tener en cuenta que dentro de los primeros 5 años de la menopausia, los niveles de colágeno caen un 30%. También se produce una hiperactividad de metaloproteinasa, enzimas responsables de la destrucción de las fibras de colágeno. Y además, la producción de proteoglicanos, moléculas que atrapan el agua en la dermis también desciende. Al igual que la producción de lumican, un proteoglicano que asegura la resistencia y la funcionalidad de las fibras de colágeno. Conclusión, a los 55, la piel pierde un 35% de su densidad

Aparición de manchas El reducido número de melanocitos, así como la disminución del número de dentritas del melanocito (las ramificaciones que permiten a los queratinocitos capturas melanina), conducen a una disfunción en la producción y distribución de melanina. Cuando la melanina se acumula  las manchas empiezan a hacerse cada vez más evidentes.

Falta de luminosidad El secreto de una piel radiante es una buena microcirculación. Cuanto más se riegan los vasos sanguíneos, más luz exterior llega a los pigmentos rojos, lo que aumenta el color rosado natural de la tez. Con la menopausia, la microcirculación disminuye, los vasos sanguíneos se debilitan y se hacen más escasos. Como resultado el cutis luce mas apagado y el color se vuelve más amarillento que rosado.

Interrupción de actividad en las glándulas sebáceas En algunos casos, la menopausia puede ir acompañada por hiperandrogenismo relativo, resultado simultáneo de la secreción de hormonas femeninas discontinuadas, es decir, los estrógenos, y la continua secreción de hormonas masculinas, andrógenos. Este desequilibrio puede causar hiperseborrea facial, que deriva en la aparición de acné, hiperpilosidad en las mejillas y la zona del labio superior, o seborrea del cuero cabelludo. Como consecuencia, la piel brilla, aparecen imperfecciones y los poros se dilatan.

Cosmética con péptidos biomiméticos

¿Cómo actúan estas moléculas inteligentes? Ayudan a reconstruir el tejido dañado, desencadenando un efecto reparador sin igual.

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No existe ningún tratamiento que revierta los efectos de la edad, pero sí podemos incidir de forma muy positiva en todos aquellos factores externos que sean relevantes en el envejecimiento prematuro y que puedan ser relevantes a la hora de responder con la edad biológica de la persona. El simple hecho de limpiarse la piel a diario, hidratarse y cuidarse contra los rayos UV, son el mejor tratamiento contra estos. Pero… ¿qué ocurre cuando los signos de la edad ya han aparecido? Actualmente, en el mercado hay infinidad de productos y tratamientos que incorporan ingredientes de última generación de alto poder antiedad. Uno de éstos ingredientes ultrapotentes son los péptidos biomiméticos que se añaden a las formulaciones cosmecéuticas más avanzadas. Los péptidos son secuencias de aminoácidos unidos. La orientación de las cadenas de aminoácidos  determinará la función de los mismos, actuando a diferentes niveles de la piel. Los péptidos biomiméticos están diseñados para mostrar una actividad biológica, introduciendo modificaciones químicas a lo largo de la cadena peptídica para obtener moléculas más estables y eficientes. ¿Cómo actúan? Ayudan a reconstruir el tejido dañado, desencadenando, allí donde se liberan, un efecto reparador sin igual. Además, los cosméticos formulados con péptidos biomiméticos son compatibles con el uso de todo tipo de aparatología, ofreciendo excelentes resultados tanto en el campo médico, como estético. Un punto muy importante a tener en cuenta es que son estructuralmente idénticos a los péptidos de nuestro organismo. de ahí, su estrecha afinidad con la piel y su alta efectividad.